martes, 24 de julio de 2012

Belleza innata

Faltaban alrededor de tres horas para que cerraran. Una sombra fugaz pasó casi volando al fondo de la sala. Al principio pensé que se trataba de un simple reflejo entre los cristales y las estanterías, pero resultaba ser algo muy diferente. Una belleza misteriosa merodeaba por aquellos pasillos y aunque intentara pasar desapercibida, hacía que muchos dudaran de su existencia. Y no lo digo yo, lo decían las miles de personas que te conocían y que daban fe de ello.
Había tanta gente que costaba moverse en el tumulto, pero tú destacabas igual. Tu forma de pensar rompía cualquier tipo de método establecido que intentara cambiar tus condiciones y tus ideales. Unos ideales medidos al milímetro y que sólo eran acordes al mundo fabuloso en el que solías vivir. Pero no pasaba nada, si alguien se metía con el broche en forma de flor que adornaba tu humilde blusa de colorines, respondías: "es una flor que adorna otra flor". Y así, terminaba el parloteo.
Antes de comenzar la gran conversación, aquella que tuvimos el día que tenía que enfrentarme a la última prueba y que me ayudó muchísimo, demostraste que había algo en tu vida que era mucho más importante que cualquier otra cosa. Algo que te acompañaba siempre, y que te cuidaba y mimaba como nunca nadie lo había hecho. Si eso faltaba, tu vida ya no tendría sentido y el mundo sólo sería un lugar triste y frío, ocupado por miles de monstruitos que te querrían comer. Ahora el destino cambió tu rumbo. "Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos".

"La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora"
José Ortega y Gasset (Filósofo y ensayista español)

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