Y, de pronto, el timbre sonó.
-¿Estás ahí? -escuché-. ¡Es la hora!
-Ya voy -contesté automáticamente.
-Ya es tarde. Abre la puerta.
Estaba harto.
Pensé en agarrar el martillo y hacerlo...
Con un poco de suerte podría, de un solo golpe, terminar con el incesante martirio.
Sería maravilloso.
No más controles...
No más urgencias...
¡No más cárcel!
Tarde o temprano todos se enterarían de lo que hice...
Tarde o temprano alguien se animaría a imitarme...
Y después, quizá otro...
Y otro...
Y muchos otros ganarían coraje.
Una reacción en cadena que permitiría terminar para siempre con la opresión.
Deshacernos definitivamente de ellos.
Deshacernos de ellos en todas sus formas...
Pronto me di cuenta de que mi sueño era imposible.
Nuestra esclavitud parece ser, a la vez, nuestra única posibilidad...
Nosotros hemos creado a nuestros carceleros,
y, ahora, sin ellos, la sociedad no existiría.
Es necesario que lo admita...
¡Ya no sabríamos vivir sin relojes!
Jorge Bucay (psicodramatista, terapeuta gestáltico y escritor argentino)
"Pensemos en la perplejidad de un hombre que, fuera del tiempo y del espacio, ha perdido su reloj, su regla de medir y su diapasón. Creo que éste es el estado que constituye la muerte"
Alfred Jarry (Dramaturgo, novelista y poeta francés)
No hay comentarios:
Publicar un comentario