jueves, 1 de septiembre de 2011

Unos vienen y otros van

Su madre se había marchado por la mañana temprano y los había dejado al cuidado del ser humano, sus otros hermanos habían desaparecido sin decir adiós y su gran hermana "Onoria", a la que debe tanto hoy en día, se había ido del lugar en busca de un poco de felicidad. "Simonorio" había estado viviendo un verdadero calvario estos últimos meses. Las pocas ganas de luchar que le quedaban, se vieron envueltas en una gran depresión que lo sometía a continuos exámenes de conciencia y lo hacía sentirse como el hombre más triste e infeliz del mundo.
La noche que escribí "La mujer reencarnada", el pinzón en el que "Onoria" se había reencarnado murió. Parecía que el hecho de que yo supiese que ella era aquella hembra, la puso furiosa y la hizo escapar de nuevo. Lo único que quedaba en la jaula era aquel cuerpecito menudo que pedía a gritos un entierro en toda regla. Ahora tendré que esperar a que se produzca una nueva aparición de este inquietante espíritu.
Una señorita muy bella e inteligente, cuya única dedicación en la vida era la prostitución, se presentó hace un mes ante los ojos de "Simonorio". Cualquier enfermedad crónica o depresión fatal, podía ser fumigada por aquella gatita de cabello rubio y exuberantes caderas, a la que mi hermano bautizó como "la tigretona". Los ahorros que "Onoria" había guardado con tanta responsabilidad, los gastó en pocas semanas. "Simonorio" por fin era feliz, por fin había alcanzado el cielo. Nada ni nadie podría romper aquella cúpula de felicidad en la que estaba inmerso. Decidió escapar con ella y dejar atrás todos aquellos recuerdos que lo mantenían sumergido en el pozo.
En cuanto a "Chispitas", creo que siempre supo que el animal que se encontraba en la jaula de al lado no era un pájaro cualquiera. Cuando amanecía, aquel ser extraño no cantaba; cuando era la hora de la comida, nunca comía; cuando anochecía, no cerraba los ojos. Sin embargo, "Chispitas" pudo observar cómo "Onoria" se quedaba mirando todas las noches hacia abajo (ya que estaban situados en el balcón), esperando a que alguien apareciera en cualquier momento. Obviamente, lo único que quería era comprobar que su hermano "Simonorio" estaba bien, pero "Chispitas" no era capaz de entender aquella situación.
Mi hermano y yo, al ver que "Chispitas" se había quedado solo en su jaula, decidimos comprar más pájaros. Una Canaria, que acompañaría a "Chispitas" en su jaula, y otra pareja de pinzones, que viviría en la otra jaula. La Canaria se llamaría "Angy" y los pinzones, "Pili" y "Milo".
"Pili" y "Milo" se habían casado hace poco y pese a que pertenecen a un pueblo en el que todos chillan como locos, velan continuamente por su amor. Un amor profundo que muchas parejas de hoy desearían saborear. "Angy" es muy diferente al resto y desde que vio a "Chispitas", se mostró arrogante y estirada. Parece que no están hechos el uno para el otro. Habrá que ver cómo termina esta pareja y si el amor entre "Pili" y "Milo" durará para toda la vida.

"Vivimos bajo el mismo techo, pero ninguno tenemos el mismo horizonte"
Konrad Adenauer (Político alemán)

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