Parece que cada minuto que pasa no cuenta, pero la vida se acelera según se van cumpliendo años, el tiempo cada vez pasa más rápido. La rutina del día a día es la culpable de que no nos demos cuenta de lo rápido que estamos cambiando, envejecemos con cada segundo que pasa, nada ni nadie podrá salvarnos ni una décima de ese tiempo tan preciado como es la vida.
La medicina definiría el envejecimiento como el proceso fisiológico en el cual hay una disminución de la capacidad de adaptación del ser vivo al medio. Es un proceso biológico, molecular e irreversible, que repercute en todo el organismo. Pero, ¿es éste el significado que nosotros le podemos dar a una palabra que nos está diciendo continuamente que evolucionamos a ritmo de vértigo? La mejor respuesta la tendrá sin lugar a dudas una persona de sesenta años, que sabe lo que es estar ahí año tras año viendo cómo cambian sus alrededores, sus pensamientos, sus motivaciones y todo su ser en sí.
Quizás el secreto de la eterna juventud resida en llenar nuestros días de nuevas experiencias y sensaciones que permitan a nuestro cerebro paladear los acontecimientos que estamos viviendo. Viajar, variar las aficiones y aprender nuevas cosas, son algunas de las recomendaciones para aprovechar al máximo los días de nuestra vida y convertirla en algo más que una mera y simple rápida rutina.
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