domingo, 28 de abril de 2013

Pichilillo

"¿Qué se me ha perdido en este país?" Se preguntaba "la más sabia" diariamente tras pasar unos minutos jugando con "Pichí" en la azotea. A lo que siempre respondía con las mismas palabras, "mi infancia". Sí, porque aunque no nos damos cuenta, según pasa el tiempo vamos dejando atrás aquellos niños que lloraban por cualquier cosa, chismoteaban ante cualquier situación y jugaban con lo primero que encontraban. "La más sabia" echaba de menos esos momentos en los que brincaba bajo la luz del sol junto a sus hermanas sin temer a la Señora insolación y haciendo caso omiso al "qué dirán". Poco queda de aquel tiempo en el que lo verde estaba por encima de todo lo demás.
Habían pasado más de once meses desde que comenzara aquella amistad tan peculiar y ya eran inseparables, eran una sola alma: cuando mi abuela entraba por la puerta de su casa, "Pichí" levantaba el cogote rápidamente; cuando les tocaba darse un baño, se daban manguerazos mútuamente; cuando había que cocinar, "Pichí" cantaba isas canarias. "Pichilillo", como le decía ella, había colmado de felicidad sus días de soledad. "La más sabia" era para él lo mismo que "Onoria" para mí. Una de esas pocas personas que dejan huella en tu vida.
Una mañana de Semana Santa me acerqué a conocer las nuevas especies del Loro Parque, ese gran parque temático lleno de loros, orcas, delfines y criaturas de medio mundo que adorna la costa del Puerto de la Cruz. No todos aquellos seres estaban por la labor de aguantarme, pero yo me dediqué a hacer fotos por todas partes. Me acordé de "la más sabia" cuando decía que unos seres dependemos de otros y que sin ellos, no sería posible subsistir. Obviamente yo no era capaz de entender eso con los tres bichos que tengo en casa. Por un lado estaba "Angy", que estaba tan dedicada a sí misma que no veía más allá. Luego "Ani", que con sus complejos de pájara enana, no contemplaba la belleza de la vida. Y por último "Pepín", que aunque no daba la lata, siempre estaba inmerso en multitud de situaciones. Así no era posible deducir nada ni entender las palabras de "la más sabia". Pero en el Loro Parque sí, no sólo por la cantidad de seres que habitan, sino por el aire puro que se podía respirar. Seguramente no me asfixiaría tanto si viviera en la selva del Amazonas. En fin, supongo que cuando el ser humano sea el único ser que exista, se replanteará muchas cosas.

"Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha"
Victor Hugo (Poeta, dramaturgo y escritor romántico francés)