Había llegado a una especie de estanque y me detuve a contemplar la danza de las flores en el agua cristalina. Con un poco de miedo, me dejé guiar hacia abajo y encontré aquello de lo que tanto habíamos hablado en numerosas ocasiones. Una pequeña casa, que podia haber sido un maravilloso cuadro comprado en la Sala Conca, brillaba en el centro de aquel paisaje. Era tan real como la vida misma.
Es difícil llegar a pensar que una personalidad ya formada podría modificarse ante tal acontecimiento, sin embargo, el arte de aquel lienzo natural podía hacer que el malo malísimo se convirtiera en el más bueno y que el bueno bonísimo fuera la mayor rata de la cloaca. Ese desbarajuste sólo se llegaría a entender adecuadamente mediante la confusión que los que vivían allí te hacían sentir.
Por un lado estaba el Señor Chop. Un hombre serio y muy correcto que vivía luchando día a día contra los obstáculos que esta vida iba colocando a su paso. Apenas reía cuando me
llevaba en su carro y su mirada siempre mostraba desconcierto y soledad. Pero abrirse ante su mejor amigo en la casa era lo mejor que le podia pasar. "Sombrita", un gato regordete y muy simpático, siempre estaba en esos momentos de deliranza Choperil. Cada dos por tres era atropellado en las afueras por algún coche, pero las oraciones de su amigo Chop causaban el regreso del gatito una y otra vez como si nada hubiera sucedido. Eran muy buenos amigos y su afinidad no era algo de dos días.
Por otro lado estaba la casa en sí. Una casa que suministraba agua al resto del pueblo y que se mostraba como un gran adorno entre las montañas. Por las ventanillas se podían ver a ambos costados las laderas de las montañas y abajo, muy abajo, los increíbles precipicios, cuyo fondo apenas se vislumbraba. La chatarra olvidada por el ser humano ocultaba cualquier resquicio de claridad que aquel lago pudiera tener.
Al ritmo de "Hung Up" decidí dar un paseo por la casa y responder la llamada de mi curiosidad. Un solo movimiento en falso sobre aquella casa y tu alma podría quedar sepultada bajo la chatarra mágica. Sin hacer demasiado ruido, subí por una escalera y encontré a la "reina de la barrigota". Una pequeña gatita que estaba embarazada, pero cuya barriga crecía y crecía, y jamás desaparecía. El Señor Chop decía que podría estar enferma, ya que aquello no era normal. Pero hace unos días escuchó unos pequeños maullidos que provenían de alguna cuevita cercana. ¡Estamos de celebración!, gritaba la casa por los cuatro costados.
El día que tuve que zarpar me sentí vacío mentalmente. Hace mucho tiempo que no descubría un lugar como aquel. Espero poder volver a la casa del lago en breve.
Por otro lado estaba la casa en sí. Una casa que suministraba agua al resto del pueblo y que se mostraba como un gran adorno entre las montañas. Por las ventanillas se podían ver a ambos costados las laderas de las montañas y abajo, muy abajo, los increíbles precipicios, cuyo fondo apenas se vislumbraba. La chatarra olvidada por el ser humano ocultaba cualquier resquicio de claridad que aquel lago pudiera tener.
Al ritmo de "Hung Up" decidí dar un paseo por la casa y responder la llamada de mi curiosidad. Un solo movimiento en falso sobre aquella casa y tu alma podría quedar sepultada bajo la chatarra mágica. Sin hacer demasiado ruido, subí por una escalera y encontré a la "reina de la barrigota". Una pequeña gatita que estaba embarazada, pero cuya barriga crecía y crecía, y jamás desaparecía. El Señor Chop decía que podría estar enferma, ya que aquello no era normal. Pero hace unos días escuchó unos pequeños maullidos que provenían de alguna cuevita cercana. ¡Estamos de celebración!, gritaba la casa por los cuatro costados.
El día que tuve que zarpar me sentí vacío mentalmente. Hace mucho tiempo que no descubría un lugar como aquel. Espero poder volver a la casa del lago en breve.
"Ninguna casa debería estar nunca sobre una colina ni sobre nada. Debería ser de la colina. Perteneciente a ella. Colina y casa deberían vivir juntas, cada una feliz de la otra"
Frank Lloyd Wright (Arquitecto estadounidense)