Desde que "Onoria" partió con rumbo al país de los desaparecidos, no hay otra cosa en el ambiente más que un fuerte olor y un gran desorden. Como un vagabundo sin techo, "Simonorio" se evade de toda situación que suponga encontrarse con un humano. En algunos momentos del día puedes encontrarlo en ciertos lugares, pero tal y como haría un pokémon legendario, cuando parece que lo has visto ya se ha esfumado.
La mujer que lo había estado cuidando y que lo atendía cuando necesitaba ayuda, había quedado oculta en el baúl de los recuerdos. Siempre que llegaba el momento de darse una ducha, ella estaba ahí para limpiarle las zonas a las que no llegaba; cuando llegaba la hora de la comida, ella estaba ahí para dejarle los mejores manjares; cuando acechaba algún tipo de peligro, ella sacaba las garras y tomaba las riendas de la situación. Quedaba claro que no sabía hacer nada sin ella y la echaba tanto de menos que sus ojos sólo mostraban rabia y soledad.
Ahora no hay más remedio que seguir adelante, aunque su pérdida siga presente en todos. La relación entre estos dos gatos no sólo ha sido un motivo para mantenerme contento, sino también para darme cuenta de lo que tengo a mi alrededor.
Cuesta decidirse por lo que está bien y lo que está mal, pero sin duda, todo esto me ha enseñado a evitar todas aquellas situaciones que antes llegaban a envenenarme y a centrarme en todo aquello que aporta algo bueno en mi vida y en mi entorno, ya sean cosas, personas o situaciones. Todo lo demás quedará enterrado bajo tierra y sólo "Onoria" será la testigo exclusiva de mi cambio de comportamiento frente al mundo que me rodea ahí fuera.
"Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos"
Viktor Frankl (Neurólogo y psiquiatra austriaco)